jueves, 8 de enero de 2015

AL MARGEN DE LOS MONSTRUOS DEL BOOM


Por estos años del Boom, hacía su aparición un extraño escritor, de frases breves y sencillas, pero genial y muy crítico; su nombre Augusto Monterroso, había nacido en Honduras, se nacionalizó guatemalteco y es considerado como uno de los maestros de la mini-ficción. “Desde pequeño fui pequeño”, dice en su autobiografía. “La mayoría de los críticos que se ocupan de un libro mío empiezan señalando que soy un escritor bajito, lo cual les permite elogiar mi estilo y mis ideas sin peligro de que se los tome en serio”


Es el autor del mejor cuento breve de la historia de la literatura, El Dinosaurio, el texto completo dice: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Y cuenta que en una ocasión un crítico le dijo con desdén: “¡Eso no es un cuento!” El le contestó que tenía razón: en sentido estricto, era una novela. Es autor-creador de su propio género: “Vendría a ser una conjunción de ensayo y cuento y poema en prosa y conferencia y confesión, más o menos breve, y muy libre, en tono aparentemente serio pero envuelto en un vago y ligero humor, y si se desprende de él cierta melancolía, mejor, sin el menor afán de afirmar nada concluyente, recurriendo a citas de amigos y desconocidos que existieron en la realidad o no, todo eso escrito con un estilo perfecto pero que no se note, o incluso que parezca descuidado, como redactado por alguien que lo hiciera para cumplir un requisito que no puede eludir”. He aquí algunas de sus obras: Obras completas (y otros cuentos) (1959), La oveja negra y demás fábulas (1969), Movimiento perpetuo (1972), Lo demás es silencio (1978), La palabra mágica (1983), etc.

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