“Lo que se llama boom y que, nadie sabe
exactamente que es, yo particularmente no lo sé, es un conjunto de escritores,
tampoco se sabe exactamente quiénes, pues cada uno tiene su propia lista, que
adquirieron de manera más o menos simultánea en el tiempo, cierta difusión,
cierto reconocimiento por parte del público y de la crítica. Esto puede
llamarse, tal vez, un accidente histórico. Ahora bien, no se trató en
ningún momento, de un movimiento literario vinculado por un ideario estético,
político o moral. Como tal, ese fenómeno ya pasó. Y se advierte ya distancia
respecto a esos autores así como cierta continuidad en sus obras, pero es un
hecho, por ejemplo, que un Cortázar o un Fuentes tienen pocas cosas en común y
muchas otras en divergencias. Los editores aprovecharon muchísimo esta
situación pero ésta también contribuyó a que se difundiera la literatura
latinoamericana lo cual constituye un resultado a fin de cuentas bastante
positivo. Lo que ocurrió a nivel de la difusión de las obras ha servido de estímulos muchos escritores jóvenes, les ha llevado a escribir, les ha probado
que en América Latina existe la posibilidad de publicar, de conseguir una
audiencia que trascienda las fronteras nacionales e, incluso, las de la lengua.
El hecho es que hoy se escriben muchas más novelas que hace algunos años. No
afirmo que la causa haya sido exclusivamente la de que un grupo de escritores
obtuviera mucho éxito y una gran audiencia, pero, sin duda, esa realidad ha
contribuido a dar mayor seguridad y a estimular las vocaciones jóvenes” (Mario
Vargas Llosa)

“[...] eso que
tan mal se ha dado en llamar el boom de la literatura latinoamericana, me
parece un formidable apoyo a la causa presente y futura del socialismo, es
decir, a la marcha del socialismo y a su triunfo que yo considero inevitable y
en un plazo no demasiado largo. Finalmente, ¿qué es el boom sino la más
extraordinaria toma de conciencia por parte del pueblo latinoamericano de una
parte de su propia identidad? ¿Qué es esa toma de conciencia sino una
importantísima parte de la desalienación? [...] Aparece, entonces, en estos
últimos quince años, el hecho incontrovertible, innegable, de lo que se conoce
como boom (es lamentable que para definirlo se hayan servido de una palabra
inglesa). En el fondo, todos los que por resentimiento literario (que son
muchos) o por una visión con anteojeras de la política de izquierda, califican
el boom de maniobra editorial, olvidan que el boom (ya me estoy empezando a
cansar de repetirlo) no lo hicieron los editores sino los lectores y, ¿quiénes
son los lectores, sino el pueblo de América Latina? Desgraciadamente no todo el
pueblo, pero no caigamos en las utopías fáciles. Lo que importa es que haya
sectores que se hayan dilatado, vertiginosamente y que hayan obrado el milagro
increíble por el cual un escritor de talento de América Latina, que en los años
30 hubiera difundido con tremenda dificultad una edición de 2000 ejemplares
(los primeros libros de Borges se vendieron a 500 ejemplares) de golpe se
convierte en autor popular con novelas como Cien años de soledad o La casa
verde o cualesquiera de las novelas que estamos leyendo y que ya se están
traduciendo al mundo entero.”
(Julio Cortázar)
“¿Qué es,
entonces, el boom? ¿Qué hay de verdad y qué de superchería en él? Sin duda es
difícil definir con siquiera un rigor módico este fenómeno literario que recién
termina —si es verdad que ha terminado—, y cuya existencia como unidad se debe
no al arbitrio de aquellos escritores que lo integrarían, a su unidad de miras
estéticas y políticas, y a sus inalterables lealtades de tipo amistoso, sino
que es más bien invención de aquellos que la ponen en duda. En todo caso quizá
valga la pena comenzar señalando que al nivel más simple existe la
circunstancia fortuita, previa a posibles y quizá certeras explicaciones
histórico–culturales, que en veintiuna repúblicas del mismo continente, donde
se escribe variedades más o menos reconocibles del castellano, durante un
periodo de muy pocos años aparecieron tanto las brillantes primeras novelas de
autores que maduraron muy o relativamente temprano —Vargas Llosa y Carlos
Fuentes, por ejemplo— y casi al mismo tiempo las novelas cenitales de
prestigiosos autores de más edad —Ernesto Sábato, Onetti, Cortázar—,
produciendo así una conjunción espectacular. En un periodo de apenas seis años,
entre 1962 y 1968, yo leí La muerte de Artemio Cruz, La ciudad y los perros, La
casa verde, El astillero, Paradiso, Rayuela, Sobre héroes y tumbas, Cien años
de soledad y otras, por entonces recién publicadas. De pronto había irrumpido
una docena de novelas que eran por lo menos notables, poblando un espacio antes
desierto”. (José Donoso)

“Yo nunca he
creído en la existencia del boom... El boom es lo pasajero, es bulla, es lo que
suena. ...Luego, los que llamaron boom al éxito simultáneo y relativamente
repentino de un cierto número de escritores latinoamericanos, les hicieron muy
poco favor, porque el boom es lo que no dura. Lo que pasa es que esa fórmula
del boom fue usada por algunos editores, con fines más o menos publicitarios,
pero yo repito que no ha habido tal boom. Lo que se ha llamado boom es
sencillamente la coincidencia en un momento determinado, en el lapso de unos
veinte años, de un grupo de novelistas casi contemporáneos, diez años más diez
años menos, los más jóvenes veinte años más veinte años menos, pero en general
son todos hombres que han pasado, que están entre 40 y 60, más o menos y alguno
que está alcanzando esa edad.” (Alejo Carpentier)
¿CÓMO DEFINIMOS EL BOOM?
Este fenómeno alude a la rápida
popularización de una serie de autores y novelas hispanoamericanas en los
mercados editoriales internacionales como producto de la maduración novelística
y otros factores extraliterarios como la Revolución Cubana (se fundaría “Casa
de las Américas”) y el fenómeno comercial (España y Argentina) e intereses
económicos.
Es precisamente en los años 60
que aparecen títulos que ponen al boom de moda, obras como La ciudad y los perros, Rayuela, Cien años de soledad, serán
traducidas a diferentes lenguas.
El inicio de unidad de los jóvenes escritores se da en 1962 al celebrarse El Congreso Internacional de intelectuales en la Universidad de Concepción de Chile, en que deciden adherirse en bloque a la Revolución Cubana.
Cabe señalar que gracias al apoyo de instituciones como Casa de las Américas, la revista Nuevo Mundo, con sede en París, y la editorial Seix Barral, (España) que concedió el premio Biblioteca Breve, los nuevos escritores y el núcleo “Boom” alcanzaron fama internacional.
El Boom empieza a quebrarse a partir de 1971, con el conocido “Caso Padilla” (poeta y narrador cubano contrarrevolucionario). Esto determinó el distanciamiento de algunos intelectuales que, en un primer momento, apoyaron a la Revolución y a Fidel. Heriberto Padilla había ganado el concurso Julian del Casal con su libro Fuera del juego, que contenía algunos poemas anticastristas. Primero fue premiado, luego acusado y obligado a autoconfesar su delito. Como consecuencia los intelectuales firmaron una carta de protesta publicada en la revista Le Monde. Entre ellos, Vargas Llosa, Simone de Beauvoir, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Alberto Moravia, Octavio Paz, Anne Philipe, Jean Paul Sartre y otros más. Luego, el sonado caso de la pelea entre García Márquez y Vargas Llosa en la entrada de un cine en México terminó por aniquilar al Boom.
“Casa de las Américas”, institución
creada en La Habana con la finalidad de difundir el arte de Latinoamérica.
Los cuatro grandes del Boom: Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Gabriel García
Márquez y Carlos Fuentes.
¿QUIÉNES CONFORMARON EL BOOM?
“Bueno, pienso claramente en Cortázar, pienso
en Vargas Llosa, pienso en García Márquez, pienso en Fuentes pienso en Donoso:
los demás serían como una segunda fila, ¿no?”
(Carlos
Barral)
“Si se acepta lo de las categorías, cuatro
hombres componen para el público, el gratín del famoso boom, el cogollito, y
como supuestos capos de mafia eran y siguen siendo los más exageradamente
alabados y los más exageradamente criticados: Julio Cortázar, Carlos Fuentes,
Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa”.
(José
Donoso. Historia personal del boom)
“De ello, cuatro son, como en las Academias,
“en propiedad”: los correspondientes a Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Mario
Vargas Llosa y Gabriel García Márquez”.
(Ángel
Rama. El boom en perspectiva)
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